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domingo, 22 de noviembre de 2015

Montalt



Un Dios, muchos nombres

Un día, el Emperador estaba meditabundo y guardaba silencio.
-¿Hay algún problema, Señor? -indagó Birbal.
-En absoluto, Birbal -contestó Akbar-. Estaba pensando en una cosa. Nosotros los musulmanes adoramos a Alá. Los cristianos creen en Jesucristo. Los budistas tienen a Buda. Otras religiones tienen su propio Dios. Pero los hindúes veneran a muchos dioses. ¿Por qué esto es así?
-Jahanpanah -repuso Birbal-, en realidad sólo hay un Dios. Incluso para los hindúes. Simplemente le llaman por distintos nombres.
-Pero ¿cómo es posible? -insistió el Emperador moviendo la cabeza-. ¿Cómo un mismo Dios puede adoptar distintas formas y seguir siendo uno y el mismo?
-¿Por qué no, Señor? Dejad que me explique -respondió Birbal. El ministro sabio llamó a un hombre que llevaba un turbante.
-¿Qué es esto? -le preguntó, señalando sobre su cabeza.
-Un turbante, Señor -contestó el hombre.
-¡Muy bien! Ahora quítatelo, enróllalo y póntelo alrededor de la cintura -ordenó Birbal. El hombre obedeció.
-Ahora, ¿qué es esto? -preguntó Birbal.
-Bueno, Señor, ahora esto es una faja -dijo el hombre, que no entendía qué pretendía el ministro con todo eso.
-De acuerdo. Ahora quítatelo de nuevo y átatelo a la cintura de manera que caiga suelto hacia abajo. Muy bien.
¿Qué es esto ahora?
-Es un dhoti, Señor -repuso el hombre.
-¡Estupendo! Ahora póntelo suelto sobre los hombros. Así es. ¿Cómo lo llamarías ahora? -prosiguió Birbal.
-Bueno, Señor, esto es un chal -dijo el hombre preguntándose cuándo acabaría el juego.
-¡Perfecto! Ahora enróllalo alrededor del cuello... -dijo Birbal, pero el Emperador le interrumpió.
-Birbal, ya entiendo qué quieres decir -Akbar estaba realmente pasmado ante la sencillez de la explicación de Birbal.
-Jahanpanah, el paño es en todos los casos el mismo. Sin embargo, cada vez tiene un nombre distinto. Esto se debe simplemente a que cambia el usuario o el uso que se le da. Lo mismo ocurre con el agua: es vapor de agua en el cielo o en las nubes. Es lluvia cuando cae sobre la tierra. Es un río cuando fluye y es hielo cuando se congela. Pero la esencia siempre es la misma. También Dios es uno y el mismo. Lo único que cambia es el público que le rinde culto. Por eso cada persona o religión llama a Dios por diferentes nombres -concluyó Birbal.
Como movidos por un resorte, todos los presentes se pusieron a aplaudir con fuerza. El Emperador Akbar y todos los cortesanos rindieron homenaje a la indudable inteligencia de Birbal, quien sin duda era la más brillante de las Nueve Joyas de Akbar.
Clifford Sawhney