Un Dios, muchos nombres
Un
día, el Emperador estaba meditabundo y guardaba silencio.
-¿Hay
algún problema, Señor? -indagó Birbal.
-En
absoluto, Birbal -contestó Akbar-. Estaba pensando en una cosa. Nosotros los
musulmanes adoramos a Alá. Los cristianos creen en Jesucristo. Los budistas
tienen a Buda. Otras religiones tienen su propio Dios. Pero los hindúes veneran
a muchos dioses. ¿Por qué esto es así?
-Jahanpanah -repuso Birbal-, en realidad
sólo hay un Dios. Incluso para los hindúes. Simplemente le llaman por distintos
nombres.
-Pero
¿cómo es posible? -insistió el Emperador moviendo la cabeza-. ¿Cómo un mismo
Dios puede adoptar distintas formas y seguir siendo uno y el mismo?
-¿Por
qué no, Señor? Dejad que me explique -respondió Birbal. El ministro sabio llamó
a un hombre que llevaba un turbante.
-¿Qué
es esto? -le preguntó, señalando sobre su cabeza.
-Un
turbante, Señor -contestó el hombre.
-¡Muy
bien! Ahora quítatelo, enróllalo y póntelo alrededor de la cintura -ordenó
Birbal. El hombre obedeció.
-Ahora,
¿qué es esto? -preguntó Birbal.
-Bueno,
Señor, ahora esto es una faja -dijo el hombre, que no entendía qué pretendía el
ministro con todo eso.
-De
acuerdo. Ahora quítatelo de nuevo y átatelo a la cintura de manera que caiga
suelto hacia abajo. Muy bien.
¿Qué
es esto ahora?
-Es
un dhoti, Señor -repuso el hombre.
-¡Estupendo!
Ahora póntelo suelto sobre los hombros. Así es. ¿Cómo lo llamarías ahora?
-prosiguió Birbal.
-Bueno,
Señor, esto es un chal -dijo el hombre preguntándose cuándo acabaría el juego.
-¡Perfecto!
Ahora enróllalo alrededor del cuello... -dijo Birbal, pero el Emperador le
interrumpió.
-Birbal,
ya entiendo qué quieres decir -Akbar estaba realmente pasmado ante la sencillez
de la explicación de Birbal.
-Jahanpanah, el paño es en todos los
casos el mismo. Sin
embargo, cada vez tiene un nombre distinto. Esto se debe simplemente a que
cambia el usuario o el uso que se le da. Lo mismo ocurre con el agua: es vapor
de agua en el cielo o en las nubes. Es lluvia cuando cae sobre la tierra. Es
un río cuando fluye y es hielo cuando se congela. Pero la esencia siempre es la
misma. También Dios es uno y el mismo. Lo único que cambia es el público que le
rinde culto. Por eso cada persona o religión llama a Dios por diferentes
nombres -concluyó Birbal.
Como
movidos por un resorte, todos los presentes se pusieron a aplaudir con fuerza.
El Emperador Akbar y todos los cortesanos rindieron homenaje a la indudable
inteligencia de Birbal, quien sin duda era la más brillante de las Nueve Joyas
de Akbar.
Clifford
Sawhney