Le Corbusier, una figura clave de la arquitectura del siglo XX, fue pionero en los estudios de mejora de las viviendas de las clases más bajas y propuso nuevas formas de arquitectura eficiente en ciudades muy pobladas. Le Corbusier fue, a su vez, un artista multidisciplinario, con una obra que se extiende también a la pintura y la fotografía, uniendo arte y arquitectura.
La muestra es un itinerario completo por todas las fases de la obra de Le Corbusier a través de una extensa colección de dibujos, pinturas, proyectos arquitectónicos y maquetas de edificios, piezas procedentes mayoritariamente de la Fondation Le Corbusier en París y del MoMA de Nueva York. El visitante podrá contemplar desde el trabajo realizado en los primeros años del artista en Suiza, hasta el final de sus días en el Mediterráneo, pasando por Estambul, Atenas, Roma, París, Ginebra, Moscú, Barcelona, Nueva York y la India.
Exposición organizada por The Museum of Modern Art (MoMA) de Nueva York y producida por la Obra Social "la Caixa".
El verdugo Wan Lung
Durante el reinado del segundo emperador de la dinastía Ming, vivía un
verdugo llamado Wan Lung. Era un maestro en su arte, y su fama se extendía por
todas las provincias del imperio. En aquellos días las ejecuciones eran
frecuentes, y a veces había que decapitar a quince o veinte personas en una
sola sesión. Wan Lung tenía la costumbre de esperar al pie del patíbulo con una
sonrisa amable, silbando alguna melodía agradable, mientras escondía detrás de
la espalda su espada curva, para decapitar al condenado con un rápido
movimiento cuando éste subiera al patíbulo.
Este Wang Lung tenía una sola ambición en su vida; pero su realización
le costó cincuenta años de intensos esfuerzos. Su ambición era decapitar a un
condenado con un mandoble tan rápido que, de acuerdo con las leyes de la
inercia, la cabeza de la víctima quedara plantada sobre el tronco, así como
queda un plato sobre la mesa cuando se retira repentinamente el mantel.
El gran día de Wang Lung llegó por fin, cuando ya tenía setenta y ocho
años. En ese día memorable tuvo que despachar de este mundo a dieciséis
clientes para que se reunieran con las sombras de sus antepasados. Como de
costumbre, se encontraba al pie del patíbulo, y ya habían rodado por el polvo
once cabezas rapadas, impulsadas por su inimitable mandoble de maestro. Su
triunfo coincidió con el duodécimo condenado. Cuando el hombre empezó a subir
los escalones del patíbulo, la espada de Wang Lung relampagueó con una
velocidad tan increíble, que la cabeza del decapitado siguió en su lugar,
mientras subía los escalones restantes sin advertir lo que le había ocurrido.
Cuando llegó arriba, el hombre habló así a Wang Lung:
-¡Oh cruel Wang Lung! ¿Por qué prolongas la agonía de mi espera, cuando
despachaste a todos los demás con tan piadosa y amable rapidez?
Al oír estas palabras, Wang Lung comprendió que la ambición de su vida
se había realizado. Una sonrisa serena se extendió por su rostro; luego, con
exquisita cortesía, dijo al condenado:
-Tenga la amabilidad de inclinar la cabeza, por favor.
(Arthur Koestler - El camino hacia Marx)