El poeta
De noche a veces no puedo
dormir,
duele la vida,
entonces juego poetizando con
las palabras,
las malas y las dóciles,
las untuosas y marchitas,
nado afuera en su silencioso
mar como un espejo.
Remotas islas con palmeras se
levantan azules,
en la orilla sopla un viento
perfumado,
en la orilla juega un niño
con conchas coloreadas,
en un verde cristal se baña
una mujer blanca como la nieve.
Así como sobre el mar las
ondeantes tormentas de colores
sopla sobre mi alma el sueño
de los versos,
destilan voluptuosidad, se
cubren de luto mortal,
bailan, corren, quedan como
perdidos,
se visten con un modesto
vestido de palabras,
cambian infinitamente su
sonido, forma y semblante,
viejísimos parecen y están no
obstante tan llenos de fugacidad.
La mayoría de la gente no
entiende de esto,
toman los sueños por locura,
y a mí como un caso perdido,
así me miran comerciantes,
periodistas y profesores.
Otros en cambio, los niños y
algunas mujeres,
lo saben todo y me aman como
yo a ellos,
pues también ellos miran el
caos en las imágenes del mundo,
porque también a ellos la diosa les prestó el velo.
porque también a ellos la diosa les prestó el velo.
(Hermann Hesse)
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