Se presentaron setenta y cinco Hombres ante el Presidente de la Sociedad Humanitaria y pidieron para sí la gran medalla de oro de salvamento de vidas.
-Desde luego -dijo el Presidente-; sin duda habéis debido de salvar con diligente esfuerzo un número considerable de vidas. ¿Cuántas en realidad?
-Setenta y cinco, señor -contestó el Representante de todos ellos.
-¡Ah, sí!, es decir cada uno una; muy buen trabajo, muy buen trabajo, en efecto -dijo el Presidente-. No sólo se os concederá la gran medalla de oro de la Sociedad, sino además una recomendación para facilitaros trabajo en diversos puestos de salvamento de náufragos a lo largo de la costa. Pero, ¿cómo habéis salvado tantas vidas?
-Somos agentes de la ley, y acabamos de regresar de la persecución de dos delincuentes homicidas.
Ambrose Bierce