"M. Moleiro es la empresa, con más prestigio en todo el mundo, especializada en la reproducción de códices, mapas, obras de arte generalmente realizadas sobre soporte de pergamino, vitela, papel, papiro... entre los siglos VIII y XVI bajo la forma, en la mayoría de los casos, de libro iluminado. Las técnicas utilizadas para la reproducción de los códices, combinadas con la sabiduría y la artesanía del oficio, nos permiten ser muy fieles al original. Encuadernados en piel curtida con los métodos de antaño y editados sobre un papel especial fabricado a mano, nuestros códices reproducen todos los matices de las pinturas, el pergamino, oros, platas... por lo que podemos afirmar que un códice de M. Moleiro es un 'casi-original'."
Una joven al contar en tercera persona una historia de sus amores, se
delató por descuido
En tiempos del Rey Francisco I
había una dama de sangre real que reunía honor, virtud y belleza, que sabía
contar historias muy bien y con gracia y también celebrarlas cuando alguien se
las contaba. Estando una vez en una de sus propiedades todos sus vasallos y
vecinos acudieron a visitarla, porque era más querida que mujer alguna. Entre
otros, llegó una joven que vio cómo cada cual le decía todos los cuentos que se
le antojaban para servirle de pasatiempo y, pensando no ser menos que los
demás, le dijo: «Señora, voy a contaros una graciosa historia, pero prometedme
que no hablaréis de ella después», y luego dijo así: «Señora, el cuento es
verdadero, os lo aseguro en conciencia. Y es que había una dama casada que
vivía muy honestamente con su marido, pese a que él era viejo y ella joven. Un
caballero vecino suyo, al verla casada con aquel anciano, se enamoró de ella y
la anduvo rondando varios años, mas nunca obtuvo de ella otra respuesta que la
que ha de dar una mujer honrada. Un día el caballero imaginó que, si la pudiera
tener a su merced, quizá no fuera tan rigurosa con él. Y tras haber luchado
largo tiempo con el miedo por el riesgo que corría, el amor que sentía por la
dama pudo con el miedo, hasta el punto de que resolvió buscar el lugar y la
ocasión. Y estuvo tan al acecho que una mañana, cuando el caballero casado con
la dama marchaba a otra de sus propiedades y salía al despuntar el día, a causa
del calor, el desvergonzado mancebo entró en casa de la joven casada, a la que
encontró dormida en su lecho; y advirtió que las doncellas se habían marchado
de la cámara, sin ocurrírseles la sensatez de cerrar la puerta. Entonces fue y
se acostó, con botas y espuelas, en el lecho de la dama. Cuando ésta despertó
se enojó cuanto pudo, mas, pese a los muchos reproches que le hizo, él la tomó
por la fuerza, diciendo que si revelaba el asunto diría a todo el mundo que
ella lo había mandado llamar. Así que la joven sintió tal temor que no se atrevió
a gritar. Luego, al llegar algunas doncellas, él se levantó con presteza; y
nadie hubiera reparado en nada, a no ser porque una espuela se enganchó en una
sábana llevándosela detrás, y la dama se quedó desnuda sobre la cama.» Al
final, aunque la joven contara la historia de otra, no pudo contenerse y dijo:
«¡Nunca una mujer se sintió tan espantada como yo, al verme completamente
desnuda!» Entonces la dama, que había escuchado el cuento sin reírse, no pudo
evitarlo ante dichas palabras, diciéndole: «¡Por lo que veo, bien que podéis
contar la historia!» La pobre joven intentó como pudo tratar de reparar su
honor, pero éste había volado tan lejos que ya no podía recobrarlo.
Margarita de Navarra - Heptamerón