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domingo, 26 de mayo de 2019

Sant Jordi - 2016 - Mollet del Vallés




Historia (7)

119. Pues de este pozo se obtienen asfalto, sal y aceite por el procedimiento siguiente: como si se tratara de un pozo de garrucha, con la ayuda de un cigoñal que en vez de un cubo lleva adosado medio odre, se eleva el líquido y se echa en una cisterna, desde la que, todavía fluido, se vierte a otro depósito, donde sus tres componentes se separan. El asfalto y la sal se solidifican inmediatamente, y el aceite... Los persas lo llaman radinake, es negro y huele muy fuerte.

10. En efecto, la calumnia es lo peor que existe, en ella hay dos sinvergüenzas y un perjudicado. El primero comete una falta porque acusa a un ausente, y el segundo la comete también porque juzga sin haber averiguado puntualmente la verdad. El ausente resulta ofendido por los dos porque uno lo calumnia y el otro, por culpa del primero, piensa mal de él.

56. Así que Jerjes hubo pasado a Europa contemplaba su ejército, que había pasado a latigazo limpio. El ejército pasó en siete días y siete noches y sin descansar en absoluto. Y cuentan que un habitante del país del Helesponto, cuando Jerjes ya estaba en el otro lado, dijo: «¡Zeus! ¿por qué vienes bajo la figura de un persa, cambiando tu nombre de Zeus por el de Jerjes, para esclavizar Grecia, y llevas contigo a todo el mundo? También sin esto podrías hacerlo.»

152. Yo sólo sé que, si todos los hombres juntaran sus males para cambiarlos con los de los vecinos, cada uno, tras examinar las desgracias del prójimo, se llevaría consigo las mismas desgracias que hubiera traído. Por consiguiente, la conducta de los argivos no fue la más vil. Pero mi deber es informar de todo lo que oigo, no, por cierto, dar crédito a todo lo que expongo. Lo cual es válido para toda mi obra histórica. 

226. Un traquinio le había señalado que cuando los bárbaros disparaban sus tiros la nube de flechas ocultaba el sol. ¡Tan enorme era su número! Lo cual no asustó en absoluto a Diéneces, se despreocupó de la masa enorme de medos y aseguró que el huésped traquinio les decía algo excelente, porque así la lucha transcurriría a la sombra y no a pleno sol, ya que los medos lo ocultarían. 

228. En honor de aquellos que fueron enterrados en el mismo sitio donde murieron y de los que habían muerto anteriormente, antes de que se fueran, despedidos por Leónidas, se labró allí una inscripción que rezaba así:
Aquí un día lucharon contra tres millones cuatro mil hombres llegados del Peloponeso.

Heródoto