El comerciante y el
ladrón
Dicen que hubo un comerciante que tenía mucho dinero y
muchos haberes y estaba casado con una bella mujer. Y hete aquí que un ladrón
saltó la cerca de la casa de este comerciante, entró y se le
encontró a él dormido y a su mujer despierta. Al ver al ladrón se espantó ésta, dio un brinco y se
apretó contra el marido, abrazándole, cosa que él deseaba que en alguna ocasión
ocurriera, pues ella no le quería. Al sentirse
así estrechado despertó y dijo:
-¿De dónde a mí tanto gusto?
Y en esto vio al
ladrón, al que dijo:
-Oye, ladrón, eres libre de llevarte el dinero y los haberes que hayas cogido, porque tuyo
es el mérito de que mi esposa se haya decidido a abrazarme.
Calila y Dimna