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domingo, 11 de mayo de 2014

Museu Romàntic Can Llopis - Sitges


El ahogado avaro

Un hombre rico y muy avaro (sin duda, la avaricia era la razón de su ri­queza) se cayó un día a un río. La corriente lo arrastraba, no sabía nadar y algunas personas corrían por la orilla gritándole:
-¡Danos la mano! ¡Danos la mano!
Pero el hombre no tendía la mano y se dejaba llevar.
Se cuenta que fue Nasrudin quien, en el último momento, le salvó la vida porque se acercó al agua del río y gritó:
-¡Cógeme la mano! ¡Cógeme la mano!