Anda, date a volar, hazte una abeja,
En el jardín florecen amapolas,
Y el néctar fino colma las corolas;
Mañana el alma tuya estará vieja.
Anda,
suelta a volar, hazte paloma,
Recorre el
bosque y picotea granos,
Come
migajas en distintas manos
La pulpa
muerde de fragante poma.
Anda, date
a volar, sé golondrina,
Busca la playa de los soles de oro,
Gusta la primavera y su tesoro,
La primavera es única y divina.
Mueres de
sed: no he de oprimirte tanto...
Anda,
camina por el mundo, sabe;
Dispuesta
sobre el mar está tu nave:
Date a
bogar hacia el mejor encanto.
Corre,
camina más, es poco aquéllo...
Aún quedan
cosas que tu mano anhela,
Corre,
camina, gira, sube y vuela:
Gústalo
todo porque todo es bello.
Echa a
volar... mi amor no te detiene,
¡Cómo te entiendo, Bien, cómo te entiendo!
Llore mi vida... el corazón se apene...
Date a volar, Amor, yo te comprendo.
Callada el alma... el corazón partido,
Suelto tus alas... ve... pero te espero.
¿Cómo traerás el corazón, viajero?
Tendré piedad de un corazón vencido.
Hay numerosas sendas para tí...
Pero se hace la noche; no te apures...
Todas traen a mí...
En el fondo del mar
hay una casa de cristal.
hay una casa de cristal.
A una avenida
de madréporas
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
da.
Un gran pez de oro,
a las cinco,
me viene a saludar.
Me trae
un rojo ramo
un rojo ramo
de flores de coral.
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
Duermo en una cama
un poco más azul
que el mar.
Un pulpo
me hace guiños
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
a través del cristal.
En el bosque verde
que me circunda
—din don... din dan—
se balancean y cantan
las sirenas
de nácar verdemar.
Y sobre mi cabeza
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
arden, en el crepúsculo,
las erizadas puntas del mar.
Poema de despedida
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme puestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera,
una constelación, la que te guste,
todas son buenas; bájala un poquito.
Déjame sola: oyes romper los brotes,
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides. Gracias... Ah, un encargo,
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido...
Alfonsina Storni