El emperador de Japón visitaba sus provincias. En una
ciudad, en cuanto llegó, vio una diana y una flecha clavada exactamente en el
medio de la diana.
Un poco más lejos, durante su visita, vio otra diana con
otra flecha. Esta segunda flecha también estaba clavada en el centro exacto de
la diana.
Y así varias veces. A la cuarta diana con un tiro perfecto,
el emperador pidió conocer a tan extraordinario tirador.
-Oh no -le dijo un dignatario de la ciudad-, no vale la
pena, es un idiota.
-¿Un idiota? Pero ¿cómo puede ser que
un idiota tire con una puntería casi divina?
-Muy sencillo. Primero tira la flecha. Y después dibuja la
diana a su alrededor.