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sábado, 14 de diciembre de 2013

Premi D´Honor



Prueba

Un día un erudito tropezó con un grupo de bandidos que amenazaron con asesinarlo.
-Pienso que eres un espía o un agente de la policía -dijo el jefe de la banda.
-No, no lo soy, tan sólo soy un pobre erudito -dijo el desafortunado cautivo.
-¿Cómo puedes probarlo?
-Puedo leer un libro.
-Eso no sirve de nada, somos analfabetos. ¿Cómo sabremos que realmente lees, y no que estás inventándotelo todo? De modo que lo mataron.
-No me habría convertido en jefe de esta banda de proscritos si me hubiese creído todo lo que dice la gente -dijo el jefe.
Y su sabiduría, por supuesto, fue aplaudida de forma unánime por sus hombres.
Idries Shah

martes, 5 de noviembre de 2013

La Tortosa Jueva




Un entramado laberíntico de calles estrechas y plazas pintorescas con pozo. Esto es lo que encuentras en el Barrio Judío de Tortosa. Entre los siglos XII y XV, los judíos de Tortosa eran muy importantes en Cataluña hasta su expulsión de la Península en 1492. Un punto de partida para conocer el Barrio Judío de Tortosa, es la plaza de la Inmaculada del barrio de Remolins. Si desde allí tomamos la calle Jaume Tió i Noé llegaremos a las calles Jerusalén y Fortó. Es en este lugar donde las fuentes documentales ubican la sinagoga, la carnicería y el horno. Detrás de la Sinagoga hay la plaza Menahem bien Saruk, donde bordearemos la muralla por la travesía Vandellòs, uno de los callejones más estrechos del Barrio, hasta llegar al portal de los Judíos. Se trata del único portal que resta del antiguo barrio, que daba paso, extramuros, al cementerio hebreo. 

Tramposo

El sultán decidió enfrentar al sufí contra un grupo de leones salvajes en un estadio, para entretener además de advertir a la multitud. Acudieron muchos miles. El sufí entró en el anfiteatro, agarró a los leones por las orejas y los arrojó fuera del ruedo. Al ver aquello, la multitud enloqueció. Entonces, el sultán ordenó que lo atasen de pies y manos y que trajesen a los elefantes para que lo pisotearan. El sufí consiguió rodar lejos de las patas de los elefantes mediante movimientos sincronizados en el último instante. La multitud rugió.
El sultán hizo que excavasen un hoyo y el sufí fue enterrado hasta el cuello, ordenó entonces que tres fuertes y habilidosos espadachines cortaran su cabeza. Comenzaron los mandobles y el sufí movía la cabeza de un lado a otro para evitar los ataques, hasta que los espadachines comenzaron a sentirse agotados. Pero llegados a ese punto la muchedumbre estaba de pie, gritando:
-Quédate quieto y lucha como un hombre, místico tramposo...
Idries Shah
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