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viernes, 24 de mayo de 2019

Jump The Gap



Historia (6)                                                                                                                                                                                                              183. En estas tierras de los garamantes nacen los bueyes que pacen retrocediendo; el motivo de ello es el siguiente: tienen los cuernos curvados hacia delante. Y por eso pacen retrocediendo, porque son incapaces de hacerlo avanzando, ya que en tal caso, los cuernos se les clavarían, por delante, en el suelo.                                                                                                                                                                          196. Los cartagineses cuentan también lo siguiente: a poniente de Libia hay aún un país habitado por hombres, que está más allá de las Columnas de Heracles. Cuando ellos llegan allí descargan sus mercancías y las colocan alineadas en la playa. Luego regresan a sus naves y encienden fuegos que despiden mucha humareda. Cuando los nativos advierten el humo, se llegan hasta el mar. Colocan oro al lado de las mercancías y se alejan mucho de ellas. Los cartagineses acuden allí desde sus naves y observan. Si el oro les parece corresponder al valor de las mercancías, lo toman y se van; de lo contrario, suben otra vez a sus naves y esperan. Los nativos se acercan y añaden más oro, hasta que parezca suficiente. Ninguna de las partes comete injusticia: ni los cartagineses tocan el oro antes de que los nativos hayan llegado al valor de las mercancías, ni los nativos tocan las mercancías antes de que los otros hayan retirado el oro.

78. Los atenienses, pues, aumentaban su fuerza. Se demuestra que la libertad de palabra, no sólo desde un punto de vista, sino de todos, es algo valioso y bello, pues cuando los atenienses tenían tiranos no fueron superiores en la guerra ni a uno solo de sus vecinos; ahora que se vieron libres de tiranos, fueron con mucho los primeros. Ello demuestra que, cuando estaban sometidos, eran cobardes intencionadamente porque trabajaban para un señor: pero, cuando quedaron libres, cada uno se afanaba en realizar obras en beneficio propio.

92. Llegado a tirano, Cípselo fue un hombre así: persiguió a muchos corintios, robó a muchos sus haciendas, y a la gran mayoría de éstos también sus vidas.
Gobernó durante treinta años y tejió bien el tapiz de su vida; en la tiranía lo sucedió su hijo Periandro. Este al principio fue más benigno que su padre, pero más tarde, cuando por medio de mensajeros entró en tratos con Trasibulo, el tirano de Mileto, se tornó mucho más sanguinario que su padre. Resulta que envió un heraldo a Trasibulo con esta consulta: de qué manera podría administrar más firmemente las cosas y regir óptimamente su ciudad. Trasibulo hizo salir, con él, al enviado de Periandro fuera de la ciudad, entró en un trigal sembrado y lo iba hollando mientras preguntaba al heraldo por el motivo y la ocasión de su llegada desde Corinto, y siempre le iba repitiendo la misma pregunta. Y estando en ello, si veía una espiga que sobresalía de las otras, la cortaba, y luego la echaba al suelo, hasta que de esta manera hubo devastado el trozo más bello y tupido del trigal. Luego que hubo pateado todo el campo despidió al heraldo sin decirle ni una sola palabra de consejo. Cuando el heraldo llegó a Corinto, Periandro ya estaba ansioso por saber el consejo.
Pero el heraldo le dijo que Trasibulo no le había aconsejado nada, y que se había extrañado de él por la clase de hombre con quien lo había enviado; imaginaba que se trataba de un loco que perjudicaba a su propia causa. Pero le explicó lo que había visto de Trasibulo.
Pero Periandro entendió lo que Trasibulo había hecho, y se percató de que le sugería asesinar a los más destacados de los ciudadanos. Y aquí mostró claramente las peores maldades contra los ciudadanos. Lo que Cípselo había omitido en sus persecuciones y en sus matanzas, Periandro lo liquidó por completo. 

Heródoto