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lunes, 15 de mayo de 2017

5ª Fira - Conte Va! Va de Contes


El hombre doble

Yo lo había conocido al piano, una tarde grata, de cerca, en la penumbra gris y dulce del crepúsculo de primavera, en su salón. Me había parecido dulce, bueno, sencillo, vibrante el co­razón de la música de su piano, entre sus hijos, su mujer y sus flores.
Luego, al otro día, en su despacho, de lejos, entrando yo por la puerta distante del banco grande, me pareció que lo había equivoca­do con otro. Estaba más enjuto, más oscuro, recostado entre legajo y hule, y con unos ojillos de pimienta que en nada se parecían a los azules del día antes, unos ojillos que me miraban, acercándose, como con desagrado.
Llegando a un punto de la estancia, como en esos cambios de los árboles cuando nos acercamos a ellos, como si hubiera un esca­moteo teatral, el hombre de hoy, el del escritorio, se transformaba otra vez, en el hombre de ayer, el del piano, y la sonrisa grande y blanda sucedía al mirar pequeño, duro y desagradable.
Debió de notar mi confusión, y le dije lo que era:
-Al pronto no lo había conocido a usted. Me parecía usted otro.
Se rió con una risa fuerte, como si estuviera en el secreto de mi duda, una risa no sé si mala o buena, que no sé de cuál de los dos es, si del hombre dulce del piano, que se reía de mi sospecha, o del hom­bre molesto del banco, que se reía de mi infelicidad.
... La mujer leyó esta pájina, y, de pronto, sintió un escalofrío y dio un grito.
No era sospecha suya sólo. El poeta también lo había visto. En su casa había dos hombres.

Juan Ramón Jiménez