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martes, 21 de febrero de 2017

Memorias de Idhún





El bigote del Emperador

El Emperador se dedicaba permanentemente a buscar nuevas maneras de poner a prueba a sus cortesanos. Un día, Akbar planteó una pregunta extraña:
-Si alguien me tirara del bigote, ¿cómo habría que castigarlo?
-¡Habría que darle mil azotes! -sentenció un cortesano.
-¡Habría que colgarlo boca abajo! -replicó otro.
-¡Habría que colgarlo hasta que muriera! -insistió un tercero.
-¡Habría que decapitarlo! -añadió un cuarto.
Birbal no decía nada, de modo que el Emperador se dirigió a él.
-¿Qué castigo propondrías, Birbal?
-Habría que darle una caja de dulces -respondió Birbal fríamente.
-¿Una caja de dulces? -exclamaron todos con cara de espanto. ¡Birbal se había vuelto loco! El Emperador no pasaría por alto una respuesta tan descarada.
-¿Por qué dices esto? -preguntó Akbar.
-Jahanpanah, sólo hay en el mundo una persona que se atrevería a tiraros del bigote: ¡vuestro pequeño nieto!
Desde luego, el mejor «castigo» sería una caja de dulces.
-Birbal, nadie más que tú es capaz de dar la respuesta correcta -le felicitó el Emperador. Toda la Corte aplaudió en homenaje a la sabiduría de Birbal.

Clifford Sawhney

Marcapaginasporuntubo dedica esta entrada a Andrea Soler.