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martes, 10 de enero de 2017

Llibrería Carlos


Los tres obsequios

Cierta vez, en la ciudad de Becharré, habitaba un noble príncipe, a quien querían y respetaban todos sus súbditos.
Pero existía un varón muy ofendido con el príncipe, y que constantemente utilizaba la rencorosa boca para hablar mal del soberano.
El príncipe tenía conocimiento de esto, pero era un hombre tolerante.
Al fin, ideó en remediar la situación; y cierta noche de invierno arribaron a la casa de aquel varón menesteroso unos enviados del príncipe, que portaban un costal de harina, un cajón de jabón y un paquete de azúcar.
Y un enviado dijo: "El príncipe te manda estos obsequios, para que no lo olvides."
El varón estaba muy admirado, pues pensaba que aquellos obsequios eran un halago del príncipe. Y muy soberbio y engreído fue a visitar al prelado, y le narró lo que había hecho el príncipe, exclamando: "¿Veis cómo el príncipe quiere congraciarse conmigo?"
Pero el prelado le respondió: "¡Oh! ¡Qué inteligente es el príncipe, y qué poco es tu intelecto! El príncipe ha discurrido en símbolos: la harina es para tu cuerpo hambriento; el jabón es para tus cochinas orejas; y el azúcar es para dulcificar tu ponzoñosa lengua."
Después de ese día, aquel hombre se convirtió en tímido y humilde. Su odio hacia el príncipe era mayor que nunca, pero era más grande su odio por el prelado, que le había hecho ver el alma del príncipe.
A pesar de todo, después de lo acaecido, aquel varón jamás volvió a hablar mal de nadie.

Gibran  J. Gibran