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viernes, 1 de noviembre de 2013

Museu-Molí Paperer de Capellades

      

Situado en Capellades, el Museu-Molí Paperer de Capellades  está ubicado en el antiguo molino papelero “Molí de la Vila”, que conserva la estructura propia de los molinos papeleros del siglo XVIII. Al su lado se encuentra la “Bassa”, una fuente de agua natural y cristalina, que era utilizada por los 16 molinos de papel de este pueblo. Entre los siglos XVIII y XIX, Capellades y su entorno constituyeron uno de los centros papeleros más importantes del Estado español, especializado en papel de barba de primera calidad y papel de fumar, fabricantes como Romaní, Soteras, Guarro, Serra o Romeu, entre otros, abastecían gran parte del mercado español, de Sudamérica y Filipinas.
Fundado en 1958 por un grupo de industriales papeleros, el Museu-Molí Paperer de Capellades nació con una estructura dual: museo y molino. Donde se unen y complementan la difusión del patrimonio histórico e industrial papelero, gracias a la continuidad de la práctica de la actividad artesanal del papel hecho a mano: esta dualidad le proporciona su carácter único.
Actualmente el museo es sección del Museo de la Ciencia y de la Técnica de Catalunya.


Justicias del Rey Don Pedro

Un arcediano de la Iglesia de Sevi­lla mató a un zapatero de la misma ciudad, y un hijo suyo fue a pedir justicia; y condenóle el juez de la Iglesia en que no di­jese misa un año. Dende a pocos días el rey don Pedro vino a Sevilla, y el hijo del muerto se fue al rey, y le dijo cómo el arcediano de Sevilla había muerto a su padre. El rey le preguntó si había pedido jus­ticia. El le contó el caso como pasaba. El rey le dijo:
-¿Serás tú hombre para matarle, pues no te hacen justicia?
Respondió:
-Sí, señor.
-Pues hazlo así -dijo el rey.
Esto era víspera de la fiesta del Corpus Christi. Y el día siguiente, como el arcediano iba en la procesión cerca del rey, dióle dos puñaladas y cayó muerto. Prendióle justicia, y mandó el rey que lo trujesen ante él. Y preguntóle por qué había muer­to a aquel hombre. El mozo dijo:
-Señor, porque mató a mi padre y aunque pedí justicia no me la hicieron.
El juez de la Iglesia, que cerca estaba, respon­dió por sí que se la había hecho, y muy cumplida. El rey quiso saber la justicia que se le había he­cho. El juez respondió que le había condenado que en un año no dijese misa. El rey dijo a su alcalde:
-Soltad este hombre, y yo le condeno que en un año no cosa zapatos.
(De la Floresta española. 1574.)