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domingo, 30 de junio de 2013

El toro enfurecido






Estando el Maestro haciendo oración, se acercaron a él los discípulos y le dijeron: «Señor, enséñanos a orar«. Y él les enseñó del siguiente modo:
«Iban dos hombres paseando por el campo cuando, de pronto, vieron ante ellos a un toro enfurecido. Al instante, se lanzaron hacia la valla más cercana, con el toro pisándoles los talones. Pero no tardaron en darse cuenta de que no iban a conseguir ponerse a salvo, de modo que uno de ellos le gritó al otro: "¡Estamos perdidos! ¡De ésta no salimos! ¡Rápido, di una oración!"
Y el otro le replicó: "¡No he rezado en mi vida y no sé ninguna oración apropiada!"
"¡No importa: el toro nos va a pillar! ¡Cualquier oración servirá!"
"¡Está bien, rezaré la única que recuerdo y que solía rezar mi padre antes de las comidas: Haz, Señor, que sepamos agradecerte lo que vamos a recibir!"»
A. de Mello